El devastador efecto de nuestras acciones sobre el mundo animal (y nosotros mismos)

En al Atolón Midway, un remoto conjunto de islas a más de 2000 millas del continente más cercano, los restos de nuestro consumo masivo salen a la superficie en un lugar sorprendente: dentro de los estómagos de miles de bebes albatros muertos. Los polluelos son alimentados con cantidades letales de plástico por sus padres, quienes confunden la basura flotante por comida mientras buscan sobre el enorme y contaminado océano Pacífico.

Para mi, hincarme sobre sus restos es como ver dentro de un espejo macabro. Estas aves reflejan un resultado horripilantemente embelmático de nuestro trance colectivo de nuestro consumismo y crecimiento industrial. Como el albatros, nosotros los humanos del primer mundo nos encontramos sin la capacidad de discernir entre lo que nos está nutriendo de lo que es tóxico para nuestras vidas y nuestro espíritu. Ahogados hasta la muerte en nuestros desperdicios, el mítico albatros nos llama a reconocer que nuestro reto más grande no está allá afuera, sino aquí.