Tú y tus esclavos

“Una política de baja energía permite una amplia elección de estilos de vida y culturas. Si, por otro lado, una sociedad elige por un alto consumo de energía, sus relaciones sociales deben ser dictadas por una tecnocracia que será igualmente degradante ya sea etiquetada capitalista o socialista."
— Ivan Illich

En 2009 una familia británica que vivía en una casa de cuatro habitaciones fue sujeto de un experimento energético subversivo sobre la esclavitud moderna.

Mientras que los cuatro encendían aparatos un domingo con el abandono de un patriarca Romano, un ejército de voluntarios (La Estación de Poder Humana) furiosamente pedaleaba 100 bicicletas al lado para generar la energía necesaria.

La desprevenida familia, por supuesto, no tenía idea de que habían sido desconectados de la línea eléctrica alimentada principalmente por combustibles fósiles.

Al final del día los amos de los esclavos literalmente se quedaron con la boca abierta cuando el equipo de televisión de la BBC les presentó a los exhaustos esclavos quienes hirvieron su té. (Escuchen esto: se necesitaron 24 ciclistas para calentar el horno y 11 para poder hacer dos piezas de pan tostado.)

Al final del experimento muchos de los ciclistas colapsaron. Muchos no pudieron caminar durante días. Los ciclistas de hecho consumieron más energía en comida que la que generaron al pedalear.

El experimento crudamente ilustró el estado global del consumo energético de América del Norte (tan solo imagina una casa vacía pero bien iluminada potenciada por 100 ciclistas hambrientos). También convenció a uno de los diseñadores del experimento, Tom Siddall de Pedales Eléctricos, de que "la esclavitud voluntaria" (hordas de ciclistas sudorosos) o esclavos encadenados al estilo antiguo serán la energía en el futuro. "No tengo duda de que la esclavitud regresará al tiempo que los recursos energéticos mundiales se vuelve más escasos."

El petróleo quita es esfuerzo

La mayoría de la gente no considera al petróleo, digamos, como un esclavo energético o un reemplazo líquido de la fuerza humana, pero probablemente deberían. Gracias al petróleo, cada Norte Americano se comporta, piensa y a menudo se ve actualmente como un despótico dueño de esclavos del siglo 19.

Los esclavos energéticos, por supuesto, son más portátiles y versátiles que el músculo humano y en la actualidad ordenan nuestro mundo. Ellos crecen y entregan la comida; transportan amigos y bienes; y dan energía a campos y ciudades. Cada computadora portátil llega impregnada con 240 kilogramos de petróleo. Como todo buen esclavo, el petróleo quita el esfuerzo.

¿Cuántos esclavos para ti?

¿Cuántos esclavos energéticos tiene un canadiense típico a su disposición? Dave Hughes, probablemente el analista energético premier de Canadá y el anterior especialista en carbón en Recursos Naturales Canadá, ha hecho las cuentas y no somos un pueblo emancipado.

Hughes calcula que un barril de crudo (luz solar no renovable capturada en las plantas hace más de 500 millones de años más o menos) contiene aproximadamente seis gigajoules (seis mil millones de joules) o unos 1,700 kilowatts de energía.

Ahora, un individuo sano puede producir suficiente energía para encender una bombilla de 100-watts o (360,000) por hora. Con los fines de semana libres y un día laboral de ocho horas, Hughes dice que le tomaría a una persona 8.6 años en una bicicleta (o caminadora) para producir la energía almacenada en un barril de petróleo.

(Por supuesto que podríamos hacer trabajar a esos esclavos 12 horas al día, siete días a la semana sin días festivos, argumenta Hughes. En ese caso un barril es equivalente a 3.8 años de labor humano. Pero este columnista favorece un trato más humanitario.)

Dado que el canadiense promedio ahora consume 24.7 barriles de petróleo al año sin siquiera parpadear, cada ciudadano emplea unos 240 esclavos virtuales. Esa es una cantidad de poder espectacular para que tenga cualquier humano y mucha más de la que cualquier hogar Romano o Egipcio jamás comandó. O cinco veces más que el propietario de una plantación promedio de los Estados Unidos del siglo 19.

Los esclavos de petróleo alimentaron la población humana

Lo que preocupa a Hughes y a muchos otros analistas energéticos es que los esclavos energéticos baratos han creado un dilema global formidable. Antes de la Era de los Combustibles Fósiles (que comenzó con la quema de carbón alrededor de 1700), los humanos eran menos de mil millones durante toda su existencia evolutiva en el planeta.

Después del carbón y el descubrimiento del petróleo en 1850, el Homo Sapiens explotó a un sorprendente número de 7 mil millones en tan solo 170 años. Y los esclavos energéticos no renovables prepararon el terreno. El petróleo, en otras palabras, fue un poderoso Viagra para la especie (con erecciones inmanejables y otros efectos secundarios).

El petróleo también rompió todos los umbrales energéticos previos. Mientras la población humana creció 5.4 veces desde 1850, el consumo energético per capita explotó a un ritmo de 8.5 veces. De hecho, el consumo energético total brincó 45 veces.

Estos cambios extraordinarios le dieron a los campesinos estilos de vida indirectos disfrutados tan solo por reyes y reinas. En 1850, el Tom, Dick o Harry promedio tenían 2.2 esclavos de combustible fósil gracias primordialmente a las máquinas impulsadas por carbón, dice Hughes. Pero para 2009, cada miembro de la familia humana promedio llenaba su casa con 93.8 esclavos gracias al trabajo combinado del petróleo, gas y carbón. (Añade madera, hidro, y energía nuclear y otros 17.6 esclavos diligentes deben caber por la puerta.)

Insostenible

Dadas las realidades del pico del petróleo (el fin de los esclavos baratos y la venida de substitutos extremadamente brutales) y el hecho de que China e India ahora quieren más esclavos de petróleo también, ese nivel de consumo o esclavitud no puede ser sostenido. De hecho Hughes advierte que el mundo de los dueños de esclavos energéticos tan solo puede volverse más pequeño. Le llama "el Dilema de la Sustentabilidad Energética".

Este delicado dilema será más feo para aquellos quienes emplean más esclavos. Actualmente el canadiense promedio vive tan extravagantemente como el Amo Inglés de una gran plantación de azúcar del Caribe. De hecho los canadiense típicamente son jefes de alrededor de 5 veces más esclavos que el promedio global.

"Tu canadiense promedio consume cinco veces el consumo promedio per capita mundial, siete veces el consumo per capita en China y 29 veces el de la India," calcula Hughes.

"Tal ves seamos menos conscientes de los servicios provistos por los combustibles fósiles que la gente que los recibía de esclavos," reflexiona Hughes. "La esclavitud, después de todo, estaba frente a tu cara. Ahora es sobre llenar el tanque."

En su meditabundo ensayo de 1973, "Energía y Equidad," el teólogo radical católico Ivan Illich cuestionó si "el bienestar de una sociedad puede ser medido por el número de años que sus miembros han ido a la escuela y por el número de esclavos energéticos que ellos han de tal modo aprendido a comandar."

Mientras que la mayoría de la gente se preocupaba por la escasez de forraje para estos esclavos, Illich se preguntaba si los hombres libres en realidad necesitaban tantos esclavos en primer lugar.

El iconoclasta concluyó que cada ser humano tenía derecho a cierta cantidad de energía, pero más allá de cierto umbral, la gente perdía ambas libertad y humanidad como los dueños de esclavos tipicamente lo hacen.

Incluso si los esclavos no contaminantes fueran posibles y abundantes, Illich consideró "que el uso de la energía en una escala masiva actúa sobre la sociedad como una droga que es físicamente inofensiva pero físicamente esclaviza."

Después él soltó una pregunta original que la mayoría de los economistas, filósofos, analistas energético y ambientalistas evitan: ¿puede una sociedad estar progresivamente enganchada a un número mayor de esclavos energéticos y permanecer autónoma?

Sigue siendo la pregunta central de la civilización.